martes, 29 de diciembre de 2009

Te voy a contar...


Tenía días sin saber que era que alguien me tocara, días sin sentir a alguien besándome con tanta pasión.

No esperábamos que pasara, no queríamos, (pero lo deseábamos).

Llegamos, el cuarto, vacío, las luces tenues y tu mano toco mi espalda, ¿el cuerpo? estaba frío, pero un frío que me llenaba. Mi cuello esperaba el beso, que llego sin pedirlo, tan solo lo supo. Cerré los ojos, lo dejé tocarme, suspire y lo invite a tocarme, me quedé perplejo por su encanto, me quedé.

Comenzó, a desvestirme sin darme cuenta, comenzó a besarme el pecho, comenzó a quitarme cada una de las cosas que me estorban para sentir, comenzó poco a poco a excitarme cada vez más.

Mis manos sin estar tranquilas aprovecharon ese hermoso cuerpo, lo sintieron, lo tocaron y tanto como yo, deseaban más, mis labios húmedos por sus besos, no querían quedarse arriba (traviesos, como su dueño) querían llegar mas allá. Él me dio permiso, lo hice, besé, chupé, toque todo con mis labios y yo quería mas, quería ser suyo y él, él lo supo.

De espaldas a mi, lo sentí, y no sentí como un objeto, sentí como un cuerpo, sentí como si ave entrara al mar, sólo para comer, sentí que entraba en mi, sólo para querer. Lo hizo, lento, despacio y poco a poco me fue haciendo suyo, mi pene, feliz (al igual que su dueño) mi cara no la han visto jamás, y esta vez mi mano, estaba a la par de almohada.

Las sabanas estaban arrugadas y mi mano las tomaba con mas fuerza cada vez, él se acercaba mas a mi, lo sentí, a él, a su cuerpo, lo sentí, lo hizo hasta hacerme gritar, lo hizo hasta que se lo pedí.
Yo en cambio sentía como sin tocarme el placer estaba, mi pene erecto disfrutaba con cada movimiento de ese cuerpo moreno, ahí estaba mi placer. Lo demostró, con el dentro de mí.

No te detengas que es la primera de muchas. La noche era larga, y esa noche estaba a mi lado, ahí a mi lado. ¿Sabes? El árbol, si es de naranja.

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